Para acercarnos a diferentes aspectos de la realidad, para saber lo que dicen o piensan otras personas sobre diversidad de temas, o para estar informadas de las decisiones que han tomado las instituciones en relación a todo aquello que afecta a nuestras vidas, disponemos de numerosas herramientas.
Agrupándolos por objetivos podríamos hablar de
Los estudios y diagnósticos nos acercan a una visión compartida de la realidad, y podemos utilizarlos para seguir profundizando en ella.
Los planes, las memorias e informes de evaluación nos informan de los proyectos y programas de las diferentes entidades y de las instituciones, cuando los planifican y cuando evalúan lo realizado. Esto nos ayuda a saber, por un lado, lo que pretenden hacer en un plazo determinado y, por otro, si han alcanzado los objetivos previstos. En el caso de las instituciones públicas ambas herramientas son imprescindibles para la transparencia.
La legislación y la normativa que afecta a nuestras formas de relacionarnos con las instituciones, nos dicen los límites que tenemos a la hora de poner en marcha esas relaciones. Qué podemos hacer, qué no podemos hacer y qué cosas no nos dicen que podamos hacerlas o no.
Las auditorías, que son documentos de evaluación en los que se ponen en relación una serie de variables, entre ellas el marco procedimental predefinido y la financiación y manejo presupuestario.
Es importante tener en cuenta que, en todos estos documentos no hay nada objetivo ni permanente. Es decir, no hay nada que nos diga que las cosas tienen que ser siempre así y no de otra forma. Siempre hay que tener en cuenta el contexto político, sociocultural y económico en el que se producen, y las miradas desde las que se crean.
Son, por tanto, herramientas para utilizar, pero no para «sacralizar».