Entendemos por iniciativa ciudadana, aquellas acciones que nos llevan a juntarnos unas personas con otras con el objetivo de alcanzar metas comunes. También hay iniciativa ciudadana individual, y siempre es de agradecer y apoyar la creatividad de las personas, pero para alcanzar objetivos comunes, no individuales, es indispensable que la creatividad individual se ponga al servicio del común, y esto se puede hacer de diferentes maneras.
La forma básica reconocida es la constitución de asociaciones, en términos legales, o de colectivos informales, que se reúnen en torno a objetivos concretos definidos y aceptados por quienes los integran. Otra forma reconocida es la constitución de redes, foros o plataformas integradas por distintas asociaciones, personas y/o colectivos, que buscan una ampliación y repercusión de determinados objetivos sobre los que trabajan en común. Estas redes pueden funcionar de forma presencial y/o de forma online.
Y otras formas de trabajar colectivamente son los espacios físico-políticos, que pueden ser espacios comunitarios (cogestionados con las instituciones y mediatizados por la normativa a la que se acogen) o espacios autogestionados promovidos desde la iniciativa ciudadana y, por tanto, con normas de autogobierno. También pueden darse espacios mixtos.
En general, en cualquier espacio de iniciativa ciudadana, se requiere apertura de miras y respeto mutuo por parte de todos sus componentes, pues no necesariamente tienen que estar de acuerdo en todo lo que hace cada uno de ellos. Aunque las personas se buscan por afinidades genéricas, no necesariamente ha de haber total afinidad en los objetivos, en la forma de abordarlos, en su priorización… Ni entre las personas o entidades que comparten el espacio, ni entre algunas de estas y la institución, en el caso de espacios cogestionados.
En los espacios autogestionados se parte siempre de la iniciativa ciudadana, pero ello no conlleva por sí que las actividades y las tomas de decisiones sean compartidas. Se requiere un permanente trabajo de cuidados, que incluye la escucha activa, la deliberación, la priorización, el aprendizaje mutuo…
Para asegurar la iniciativa ciudadana, ya sea en espacios propios o en los espacios institucionales hay que tener en cuenta, siempre, los citados elementos clave de escucha activa para abrir nuestra forma de pensar, deliberación para profundizar en las causas y consecuencias y negociación para llegar a acuerdos, pero también saber que cualquier normativa deja resquicios para desbordarla y a ello tenemos también que dedicar esfuerzos con el objetivo de ensanchar los límites que sirvan para mejorar la vida de las personas.
Y, sobre todo, tenemos que saber que cada uno de estos niveles (asociaciones, redes y espacios) tienen objetivos y formas de hacer las cosas diferentes.